S.O.S virtual

Ayer fue un día malo. He tenido peores, sí. No era «para tanto», sí, a lo mejor, pero me sentí muy mal. Mandé un S.O.S virtual en mi Whatsapp (que felizmente funcionaba) y solo me escribió una persona. Lo vieron 24 personas. Sí, me fije ahora de casualidad, sin querer queriendo y lo vieron 24 putas personas y solo una me escribió.

Sí, necesitaba atención. Y no, no tenía como buscar compañía de otra manera. Solo me acompañaban un wáfer del infierno cubierto de chocolate, mi celular y mi desesperanza.

Un profesional de salud me ha vuelto a decir que es mi culpa lo que me pasa, no sé porque insistió mi cabeza y le pregunté finalmente directamente «¿Por qué me está pasando esto? ¿Es normal?». Lo veo cada dos semanas y no parezco mejorar. Y ya no sé que hacer…

Casi cada especialidad en la que caigo me dice que porque estoy tan estresada, que debo relajarme. ¡PM! Seguro pensarán que nunca lo he pensado, que nunca he tratado con algo nuevo, que no he pisado el consultorio de psicólogos y psiquiatras, que me gusta estar así. Que me gusta tener unos dolores de mierda todo el tiempo, por años, si no es el SCI es la puta migraña, me recupero de la migraña y ahora la mandíbula que terminó de malograrse, ¿Qué va a pasar después?

Hace dos fines de semana estaba en la casa de mi mamá y mi hijito empezó a reírse de una manera nueva, como de niñito más que de bebé, estaba contento y fue un momento intenso y todos los que estábamos ahí empezamos a reírnos a carcajadas con él y mi dolor no pudo ser más intenso, me tuve que coger la cara y esconderme para que no se me note tanto y para tratar de no reír y así evitar el dolor. No pude. Fue muy doloroso y me sentí desolada. Volví a mi casa y seguro me tomé una medicina, ya no recuerdo el detalle, pero al día siguiente, eso si lo recuerdo, tuve que pasar todo el día escondida de la vida, tomando medicina tras medicina, tratando de pasar ese dolor y nada. Ahí seguía, en toda la mandíbula, en toda la cara, en toda la cabeza.

Estoy cansada de tanto dolor. Pensar en que ahora me duele también por reírme es realmente desesperanzador. ¿Acaso no merezco reírme a carcajadas como todo el mundo? Creo que ya pasé por mucho para además tener que quitarme la alegría, que siempre me ha costado tanto conseguir. La he buscado y rebuscado y ahora será algo que también tendré que dejar. No puedo resignarme y eso me hace sentir mucha furia.

PD: Por cierto, gracias Paola por escribirme y preocuparte por mi. Realmente fue muy valioso para mi saber que estabas ahí.

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