Ejercicio Nº 1 del Picnic de Escritura de Machucabotones

* Este ejercicio lo hicimos continuando un texto que leímos en clase.

«Pero más tarde, esa misma noche, me llamó y me contó»

«Hijita, cuando yo era chiquita una amiga mia desapareció, ella se llamaba Cristina. La buscaron por todas partes, cogieron el caso de desaparición también los anexos de Chilca, e incluso la policía de Pucusana pero nada, se la había comido la tierra. Ella tenía solo 12 años y ¡flum! un día después del colegio desapareció. Lo que tú has encontrado es su cuerpo. Llamé a la policía ni bien te fuiste y vinieron a ver el cuerpo del jardín. No eran pollos como dice tu papá, es Cristina. Yo no sé. No sé que hacía aquí. Ha pasado ya mucho tiempo, muchos zapatos la han pisado pero a ella la ha descubierto la lluvia, con lo que odiábamos la lluvia Cristina y yo. Un día de lluvia su papá la tocó y desde ese día a ella le da mucho asco, le dan nauseas, la dra de la posta decía que somatizaba, yo digo que su papá era un asqueroso.
Cristina había estado siempre aquí, yo sabía. Podía oír su voz cuando todavía era chica, su risa. Yo odié también la lluvia desde el día en que ella me contó lo que me contó a los 10 años, fue por hermandad, yo quería mucho a mi amiga, aún la quiero. Cristina…»

Yo me quedé sorprendida, no podía creer lo que me estaba contando, con lo que amo yo la lluvia y todo lo que la rodea: el amor, el sexo, la música, el cielo así lleno, la poesía que puede brotar de ese cielo, de esas gotas, incluso de una leve garúa.

A mi me pasó también lo que le pasó a Cristina pero ese día no llovía. Ese día hacía calor. Calor y mucho asco sentí y miedo también. Mi abuela no sabía nada de eso. Y así iba a ser siempre.

Pobre esa chica Cristina. ¿Cómo había dado a parar en ese jardín?

Ay, ay, ay 3 min, me distraje demasiado

Finalmente mi abuelita me hizo rezar con ella y corté la llamada.

Al día siguiente mi mamá me llamó a decirme que la policía se fue sin novedades de Cristina, habían sido los pollos que dijo papá y tal vez la perrita que una vez enterramos en su jardín pero de restos humanos, nada. «La abuelita está ya viejita y loquilla». «El loco eres tú – quise decir, pero me cayé.

Creo que ya fue suficiente, uno nunca sabe que va a salir cuando se sienta a escribir.

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